Reglas filosóficas para vivir mejor

Lo que separa a los seres humanos de otros animales es nuestra extraordinaria capacidad para el pensamiento complejo y abstracto. Esto es lo que ha dado lugar a nuestras diversas culturas, nuestros logros científicos, nuestra capacidad para visualizar el futuro y, con suerte, hacerlo mejor que lo que ha sucedido antes. Pero nuestras mentes imperfectas también han generado terribles errores e ideologías peligrosas. Si no sabemos distinguir los malos pensamientos de los buenos, podemos terminar creyendo lo que no debemos y comportándonos de manera dañina para nosotros mismos, para los demás y para el planeta.
Los filósofos son, por supuesto, los pensadores expertos arquetípicos. Su disciplina a menudo se presenta como una especie de método formal que enumera las falacias que deben evitarse y distingue entre razonamiento deductivo e inductivo, argumentos inválidos y sólidos. Estas cosas tienen su lugar. Pero la filosofía no puede reducirse a mera técnica. Pensar bien también requiere adoptar las actitudes correctas y estar preparado para cultivar hábitos efectivos. Sin estas “virtudes intelectuales”, incluso los más inteligentes terminan simplemente jugando juegos teóricos.
A lo largo de la historia, sabios y sabias se han aplicado a estos problemas al servicio de su propio desarrollo y el de la humanidad. En lugar de empezar desde cero, ¿por qué no recurrir a miles de años de experiencia y millones de horas de reflexión y práctica? Esto es lo que algunos de los más grandes filósofos de la historia pueden decirnos sobre cómo pensar y vivir bien:
- Sé sincero
El enemigo más peligroso de la sinceridad no es el engaño deliberado, sino el deseo de tener razón que supera al deseo de llegar a la verdad. Por lo tanto, la sinceridad en el pensamiento requiere superar un ego que odia admitir que está equivocado. - Sé caritativo
La aplicación del principio de la caridad puede exponer tanto las fallas como las fortalezas. Janet Radcliffe Richards cree que la mejor manera de entender cualquier posición es preguntarse qué supuestos la harían racional. - Sé humilde
Hay momentos en que se necesita confianza y convicción. Pero cuando tratamos de pensar con la mayor claridad posible, su ausencia es una virtud, no un vicio. Todos deberíamos ser conscientes de dónde se encuentran nuestras fortalezas y debilidades intelectuales. Las redes sociales muestran cómo la tentación de opinar por encima de nuestra competencia es fuerte y debe resistirse a través de la humildad intelectual. - Busca claridad, no certeza
Los filósofos, y sospecho que todos nosotros, tienden hacia uno de dos objetivos diferentes: claridad y certeza. Creo que después de más de dos milenios de ver qué enfoque es más fructífero, está claro, si no seguro, que los clarificadores han ganado. Una de las pocas certezas que tenemos es que la certeza de cualquier tipo interesante rara vez es posible. Si busca una mayor claridad, por otro lado, se abren nuevas perspectivas.