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Lo primero que llama la atención de esta película, al principio, es su frescura y espontaneidad, la gracia de sus diálogos, pero también su frivolidad, ciertos aspectos banales del argumento y su poca sustancia narrativa. La escritora Elvida Lindo es fiel a sí misma. Graciosa y divertida pero con un vuelo creativo que no transita por las alturas casi nunca. No deja de tener interés ver a Nueva York "con los ojos" de unos españolitos de a pie. Javier Cámara, el actor venido a menos que sobrevive como puede en la Gran ciudad, nunca defrauda, aunque en este caso sobreactúa un poco.. Todo funciona bien engrasado hasta que, como ha ocurrido en algunos cines, a los diálogos donde intervienen norteamericanos, las chicas sobre todo, las han doblado. Parece que fue un error y un horror. Yo vi una versión en inglés respetado y no tuve ese problema
Conforme avanza la película todo se vuelve más tontorrón, los diálogos parece de adolescentes y ni siquiera Cámara logra enderezar, algo que el "primo" Arévalo con su careto asombrado termina de hundir. Ya lo que acaba con la paciencia del espectador son las secuencias de la relación virtual madre-hijo., con un Cámara catatónico observado en la pantalla una madre lisérgica total muy en su papel materno tradicional. Se salvan los diálogos entre Arévalo y Cámara por su espontaneidad aparente. A Elvira Lindo le hubiera ido bien mantener el tono transgresor de su "Manolito Gafotas" y olvidarse de tratar de emular a Willy Wilder, galaxia lejana para ella. El final es de sonrojo, con Camara enrolado en la tienda de abastos y el pobre Arévalo... pero bueno dejémoslo para espectadores acérrimos o fans de Cámara.
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