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Saludé con afecto la aparición de "Al morir don Quijote" en 2004. Diez años más tarde Andrés Trapiello, novelista, ensayista y memorialista se mantiene fiel al vivero donquijotesco, retoma el argumento cervantino que dejó ficcionado con garbo en su novela pasada y recoge asu personajes huérfanos del Caballero de la Triste Figura para, de bromas y de veras, usando y abusando del léxico castellano de la época, fiel en lo posible a semejarse al limpio vocabulario de don Miguel (no siempre lo consigue, como es natural y a veces se le percibe el artificio) desmenuzando aventuras por tierras sevillanas y del Nuevo Mundo.
Las páginas más logradas a mi parecer transcurren en la capital andaliuza, en las tabernas donde se reunen toda la grey "de jiferos, rufianes y matsietes" donde el mozo Cebadón --que dejó preñada a Antonia, la sobrina de don Quijote y la persigue-- con algunos guiños del autor al lector como cuando hace que Periquillo el Cojo, jefe de rufianes, le diga a Cebadón "Cuide de no encumbrarse tanto que se despeñe y no hable rodeado, hermano, que aqui nos holgamos con la llaneza", que tan bien ajusta a lo que en una memorable escena de don Quijote, el falso titiritero del teatrillo de las marionetas, Maese Pedro, también un famoso ladrón, dice al muchacho que le ayuda en su espectáculo ante el Caballero: "Llaneza muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala".
Sancho Panza, la sobrina Antonia, Sansón Carrasco, el bachiller, que se ha casado con ella sin saber que está embarazada de Cebadón y el ama Quiteria, ya han hecho el duelo por la muerte del caballero y sufren de esa quijotización que ha llevado a Sancho a aprender a leer y escribir y contar y a los demás a buscar aventuras por el ancho mundo que se despertaba en ese siglo. Sumando los dislates de los viajes a las Indias, como llamaban en el Siglo de Oro a América, con toda su corte de los milagros, miserias, delitos y trapacerías, nuestros pobres lugareños pondrán a prueba su paciencia, su valentía y sus tristezas y miedos. Eso sí, apreciable intento de remedar cervantino que queda en otra cosa, digna sin duda, pero mera sombra de la fuerza, energía, vitalidad y humanidad del verbo cervantino. Más hija de las novelas picarescas que del Quijote, Trapiello pasa sin muchos apuros por la maroma que le exige el idioma y la calidad de los personajes, sin llegar a brillar pero dejando un poso de cierto contento por el cuidado con el que describe los cambios y transformaciones personales que florecen en todos los que vivieron junto a Alonso Quijano el Bueno.
La novela rezuma respeto y decoro ante la grandeza del modelo que busca continuar y alentar. Quizá sirva para llamar la atención hacia la lectura principal, una de las asignaturas pendientes de la cultural popular española, la que habría de ser amada y preferida por todos los que somos de este país desdichado pero interesante y humano: la lectura generalizada del Qujijote, como obra nacional por excelencia de esta Península tan antojadiza y despreciadora.
FICHA
EL FINAL DE SANCHO PANZA Y OTRAS SUERTES.-Andrés Trapiello.- Ed. destino.-430 págs.19,50 euros
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