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Deliciosa comedia italiana costumbrista a la tradicional y eficaz manera de los Comencini (la hija de éste es la directora del filme), De Sica, De Filippo, Fellini y otros. Una pequeña ciudad del sur de la bota italiana, un actor mítico venerado por sus habitantes pues se hizo un lugar al sol del cine internacional (a la imagen y semejanza de Mastroianni o Vittorio Gassman más bien) y la celebración de un homenaje en el décimo aniversario de su fallecimiento, que reunirá en la misma villa a sus tres mujeres con sus cinco hijas de nacionalidades diferentes y con nombres que en el colmo del egotismo empiezan por la letra S, como el del propio actor Severio Crispo.
Comencini hace juegos malabares con el dibujo de los personajes, siempre a grosso modo, aunque a veces se permite cierta ironía sarcástica con alguno que recuerda la escuela del gran cine italiano. Película de personajes con un guión que se va debilitando hasta un final inane y poco convincente. Comencini se nutre casi exclusivamente de los caracteres de las ocho mujeres que luchan, compiten, negocian o se divierten entre sí. Los hombres sirven de (divertido o patético) complemento a las damas entre las que destaca Virna Lisi, Valeria Bruni Tedeschi y la aportación española con Marisa Paredes y Candela Peña. Y entre los varones, Jordi Mollà y Lluís Homar en papeles tan adecuados como histriónicos . Todo se reduce a mostrarnos los rencores del pasado, las infidelidades y en torno a ello, la presencia mitificada y bastante tópica y satírica del gran actor y varón promiscuo.
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