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Con una historia melodramática de un joven cubano que trata de superar la penuria y la miseria haciendo uso de sus encantos físicos, rozando continuamente la infamia y la truculencia de los bajos fondos habaneros, el director Agustí Villaronga hilvana una historia desaforada con un final casi guiñolesco, en el que hay algunas secuencias, pocas, dignas y resolutivas pero que se extiende como un lodazal sin remisión para los personajes, dignos de un retrato tremendista de Valle Inclán. El retrato del sórdido mundo de los bajos fondos, entre el abuso del turismo y la indignidad de una cultura basada de el comercio sexual y la miseria, el joven, la "jinetera" y el homosexual van cruzando sus vidas miserables para llegar a un final apoteósico y brutal. Aparte de dejarte mal sabor de boca (cosa que puede ocurrir con películas excelentes) el problema está en que el exceso argumental acaba haciendo encogerse de hombros al espectador y preguntarse con estupor "¿Y...?"
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