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Magnífica película minimalista, poética y con aspectos dramáticos bien elaborados del director Hirokazu Kore-eda, discípulo aplicado aunque un poco dulzón del maestro Ozu. Pero hay tanta sensibilidad y ternura en el tratamiento de los personajes y el planteamiento suave y sin estridencias del drama que todo se desenvuelve como una pieza de música de cámara. Aquí son los pequeños -o grandes- dramas familiares y concierne a tres hermanas de una misma madre y una cuarta, la más pequeña, de una segunda relación del padre ausente y amado-odiado por las tres. Tras la muerte de esta figura central que no conocemos, las hermanas y afrontan la cisa cotidiana con sus mezquindades, sus pequeñas alegrías y los fantasmas del pasado.
Con todo, hay una corriente suave y casi esquiva de amor y compasión. Y eso, contado con suma sencillez y con una cámara discreta que parece pasearse por ese hogar como un miembro más de la familia, da sentido a todo lo que vemos y admiramos. Todo lo mínimo y trivial tiene cabida en esta obra sin argumento aparente que se ve surcado en ocasiones por una fuerte y luminosa corriente poética. Es un drama de mujeres el que nos cuenta Hirokazu Kore-eda. Y a fe que lo hace de una manera brillante y plácida a la vez. Una película en la que Kore-eda no olvida salpimentar con un humor delicado y agradable. Las actrices son magníficas y dotadas de encanto sencillo y matizadas personalidades, con sus luces y sus sombras, acompañadas de un grupo de secundarios para sacarse el sombrero. Merecido Premio del Público en la 63 edición del Festival de San Sebastián.
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