He aquí uno de los libros más interesantes publicados sobre la dicotomía "zen-neurología" que, en este caso, resulta ser un poco artificial y cogida por los pelos. La categoría de los dos autores de este libro, el gran maestro zen Taisen Deshimaru y el neurofisiólogo Paul Chauchard le dan un valor añadido a un libro que resulta notable por ello y por las temáticas propias que desarrollan, pero que nadie busque una confirmación de los valores y hallazgos de la práctica del zen a través de la neurología sino únicamente en el sentido básico de que la neurología explica -o a veces solo aclara- fenómenos relativos de tipo psico-físico que son meramente instrumentales para el zen, sin que ambos sigan otra cosa que un camino paralelo, uno fáctico y otro explicativo.
De todas formas las aportaciones de ambos autores, aunque lejanamente complementarias, tienen interés en sí mismas ya que se basan en realidades fácticas y ya demostradas de los beneficios psicosomáticos de las prácticas del zen (o del yoga real, el sufismo o la MT y el mind fulness)
Como nos dice Deshimaru y Chauchard corrobora, el zazen provoca en la psique una armonización del plano emocional, reequilibrando los centros neurológicos que generan y modulan las respuestas emocionales, como el sistema límbico, el córtex, el lóbulo frontal (sede de la personalidad, la conducta, la palabra) o el sistema neurovegetativo. Y como sostiene la psicología, fortaleciendo la energía vital y la capacidad para afrontar desde la comprensión los eventos de la vida cotidiana, pues calma la mente (desde el caos de las ondas beta hasta la emisión cerebral de ondas alfa o theta) y expande la conciencia.
Problemas como el estrés y el insomnio, o trastornos de conducta (fobias, depresiones, bipolaridad, agresividad, etc.) son causado por ciertos desequilibrios en la neuroquímica del cerebro. La meditación provoca a la larga una mejora en la irrigación de las capas profundas cerebrales, mejorando la química y la fisiología del sistema nervioso. Chauchard nos recuerda unas Investigaciones realizadas en la universidad de Michigan sobre las actividades cerebrales de ocho practicantes budistas en las que se demostró que la meditación intensa causa un engrosamiento de la capa de sustancia gris en los sujetos que practican zazen con asiduidad, frente al grupo testigo formado por diez jóvenes estudiantes que comenzaban la práctica de meditación. Es decir, que la meditación podría inducir modificaciones cerebrales duraderas en los que practican con continuidad y persistencia. Estos meditadores con experiencia llegan a producir oscilaciones rápidas en las frecuencias de ondas gamma. Esta actividad es ampliamente más elevada que en el grupo testigo. Las ondas gamma reflejan la coherencia de la actividad cerebral y se detectan durante estados de atención constante o en general durante la actividad consciente. pero no sólo eso, sino que la meditación genera una notable coordinación entre varias regiones del cerebro