
Hace unas semanas les hice partícipes de un libro desternillante titulado "211 cosas que un chico listo debe saber" escrito por un cachondo integral llamado Tom Cutler y publicado por De Bolsillo. Hoy les voy a hablar de otro título de la misma editorial, "El perfecto gentleman" de Phineas Mollod y Jason Tesauro. Este publicado en 2002 en inglés y en 2011 en castellano, y el primero en 2006 y traducido en 2009. Ambos, pues, fuera de circuito editorial pero aún hallables bajo demanda (en estos tiempos la mayoría de los libros tienen una "vida pública útil" muy escasa y abandonan las atestadas estanterías tras unos meses de vida.)
Destaco la dedicatoria que uno de los coautores, P.Mollod, hace de su libro: !A todos los libros que me han hecho pensar y sonrojarme (no aclara por qué razón) y a las joyas ocultas de la vida que estaba pidiendo que las descubriese". Esto es justamente lo que hace deliciosa y sugestiva la lectura de este librito pleno de humor, ironía y sentido común pasado por la trituradora de "esas joyas ocultas de la vida" que suelen aparecernos en la existencia cotidiana provocando momentos de cierta tensión, bochorno, risas o agobio. La originalidad de la propuesta es ofrecernos ingeniosas soluciones y actitudes y trucos para salir del apuro. Ya que como bien definen los autores: "El caballero se define por cómo afronta la calma y las tormentas" y nos retrata un gentleman "ingenioso, mordaz, tradicional pero espontáneo, donjuán pero educado". Vamos un personaje de Jerome K. Jerome, Oscar Wilde o Wodehouse.
El libro está dividido en secciones que tratan de circunstancias concretas y en cinco partes que engloban esas secciones bajo epígrafes situacionales: el caballero en sociedad, en la intimidad, en sus "potencias" (vicios venerables, entre sábanas o problemas que surgen de los dos anteriores), de viaje y el caballero "ceremonioso" que se dedica a todo lo que hay que saber de protocolo, relaciones públicas y el matrimonio. Un índice temático en las últimas páginas permitirá al lector desmemoriado canalizar su lectura por motivos, si la urgencia aprieta. El capítulo de agradecimientos es particularmente desternillante y el epílogo redundante pero sabroso que asegura que el libro "brinda un rasero de respeto para resolver los más profundos enigmas del amor y del vicio".
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