El maléfico rumor está emparentado con la "posverdad", es decir la mentira elevada a verdad por aquello de que una falsedad divulgada por cien personas en un día, se agota pronto, pero una divulgada y leida por miles o millones de personas durante dos semanas, se convierte en una verdad que no necesita pruebas (véanse los trabajos de ciertos medios de comunicación y vividores de la política -que no políticos, en el sentido noble y aristotélico de la palabra- en la llamada "cuestión catalana"). El soberbio Shakespeare cuya lucidez humanística parece ganar solidez con los siglos, dice esto sobre el rumor en "Enrique IV": "...es una flauta donde soplan los recelos, las sospechas, las conjeturas, y tan sencilla y fácil de tocar para ese monstruo...de cabezas innúmeras, la multitud, eternamente discordante y bullidora, puede hacerla resonar...y las lenguas del rumor llevan consigo los dulces consuelos de las mentiras, peores que las verdaderas desgracias". Por favor, apliquemos un poco de honestidad, lucidez y sentido común al casi desconocido arte de negociar en política. No alimentemos la decadencia ética de este triste y desorientado país que va careciendo cada vez más de conciencia cívica.