En psicología, uno de los índices diagnósticos que se analiza en ciertas estructuras de personalidades con características poco o deficientemente equilibradas, es su mayor o menor tolerancia de la frustración. Es un problema complejo ya que sus elementos causales son muy variados y se les supone procedencias que tienen relación con la educación recibida, el trato familiar (de donde procede el infravalorado "aprendizaje vicario": la influencia ejemplarizadora de las creencias y comportamientos de la familia y el entorno en el individuo), la situación política del país donde vive el sujeto, las costumbres sociales, el nivel económico, la religión o la propia madurez psíquica e intelectual de la persona.
Por ejemplo a los niños menores de diez años con problemas de comportamiento se les puede someter a un sencillo test nada invasivo: