Película ligeramente monótona que fia demasiado sus encantos en el tono místico del relato y en la belleza de la fotografía del desierto. La caminata de la jovencísima Isthar (Maryam Hamid) y su abuelo ciego Bab Aziz (Parviz Shahikhou) ambos a la busca del lugar donde se reunen los derviches, tiene el encanto de los viejos relatos tradicionales de búsqueda y hallazgo espirirual. La reunión legendaria de derviches, una vez cada treinta años, está resuelta de una forma onírica y poco satrisfactoria y se percibe la bisoñez de la dirección, Nacer Khemir. A través de las figuras emblemáticas con las que se cruzan el mistico abuelo y su nieta, o les acompañan en su deambular, el príncipe que abandona su reino para convertirse en derviche, la joven hermosa que se viste de varón y canta para econtrar a su amado o el enamorado que busca el palacio mitico que encontró en el fondo de un pozo. Una hora y media que estiran una historia en la que ocurren muchas cosas pero no acaban de estar bien narradas. Una película en la que las pretensiones espirituales de la narración no consiguen traducirse en imágenes con fuerza.
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