29 mayo 2011
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Es como un "Los lunes al sol" pero llevado al mundo de los altos ejecutivos empresariales de los Estados Unidos. La humillación de los parados forzosos, los despedidos y los otrora prepotentes vencedores sociales sometidos a la drástica y dolorosa vivencia de verse en la calle y sujetos a la indiferencia y crueldad con que la sociedad de las grandes empresas castiga a todos los que serán triturados por los intereses y las maniobras deshumanizadoras de las multinacionales en pos del continuo enriquecimiento.
El envilecimiento de los seres humanos que caen ante la máquina destructora del capitalismo salvaje es el gran tema de esta cinta, dirigida por un experto en telefilmes, John Wells, bajo su propio guión, y que es el responsable de éxitos de tanta calidad como "El ala oeste de la Casa Blanca" o "Urgencias". Pero los largometrajes tienen exigencias, cuando quieren llegar a ser calificados de más que pasables, que este hábil artesano del cine sólo logra rozar, sin llegar a solidificar una propuesta superior.
La peripecia vital de Ben Affleck, desde el golf , la gran mansión y el porche en la puerta junto al triunfo social, a las restricciones tipicas del trágico mundo de los parados --tan parecido en todos los países-- en el que los valores y los méritos de la persona dejan de interesar y la situación imprime un sello de desvalorización y mezquindad a los mejores, está bien contada, pero no logra conmovernos. Los personajes quedan desdibujados y sometidos a un tratamiento plano y causal.
La tragedia interior del personaje interpretado por Chris Cooper, el más emotivo, solo despunta en ocasiones sin llegar a justificar a los ojos del espectador el drama final.
Si añadimos un final muy en la línea de las películas de Capra, donde la energía y la capacidad de trabajo abren una ventana -altamente inverosímil- para arreglar las cosas, la película se escapa de los valores de lo óptimo para quedarse en la banalidad última de un telefilme de sobremesa. Naturalmente el mensaje capriano, tan made in USA, la laboriosidad triunfante, la capacidad de reacción, el apoyo familiar como elemento de superación y el ingenio para superar las dificultades, se ajustan al milímetro a los mensajes habituales del "buen" cine norteamericano fiel al sueño norteamericano. Pero esto que salió de maravilla en "Qué bello es vivir" con James Stewart, aquí rechina un poco. Tambien son otros tiempos, claro.
Sería bueno que el espectador viera cuanto antes "Inside Job" y compare. El sueño de los EEUU no es una fórmula sino un deseo. De allí provienen los polvos que han convertido en lodo la economía europea, por supuesto, con la ayuda de las bastardos financieros europeos contagiados por la prepotencia norteamericana.
Una película, pues, para fans del style of american life. Para los demás, mejor ver a Capra.
Published by nullediesinelinea.over-blog.es //charlus03
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